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27 de abril de 2010

F. SCHUBERT, La trucha





¡Buenos días! Esta pieza alegra el día, ya veréis. Franz Schubert fue un compositor vienés (1.797 - 1.828), continuador del Romanticismo iniciado por Beethoven, que destacó en la composición de lieder (poemas musicalizados para voz y piano), y que abordó también la música de cámara (como la que nos ocupa) y sinfónica.
Como tantos otros, no fue reconocido en vida, por tres razones fundamentales: trabajó a la sombra de Beethoven, a quien sólo sobrevivió un año; aunque escribió más de 600 lieder (Gretel y la rueca, La bella molinera, Viaje de Invierno), le costaba finalizar sus obras más ambiciosas, como la Sinfonía nº 8 en Si menor, “Inacabada”; y por último, murió a la edad de treinta y un años.

A pesar de su gran talento, nunca consiguió vivir de su música; eran sus amigos quienes le costeaban sus gastos. Con ellos celebraba las famosas schubertiadas, reuniones de intelectuales y artistas, en las que presentaba sus creaciones.

La trucha es el título de un quinteto, catalogado como D. 667. Schubert lo compuso con 22 años, en 1.819, pero nunca lo vio publicado, ya que hubo que esperar diez años para verlo impreso.

El quinteto no cuenta con una formación habitual, sino que está escrito para piano, violín, viola, violoncello y contrabajo. Para su realización, Schubert se basó en un lied (canción para voz y piano) que había compuesto anteriormente: Die Forelle.

El quinteto se compone de cinco movimientos: allegro vivace, scherzo, andante, andantino (tema con variaciones) y finale (presto). Nosotros vamos a escuchar el cuarto movimiento. Su forma se basa en la presentación de un tema y sus variaciones. Su carácter alegre viene dado por la tonalidad elegida, Re Mayor, y su aparente facilidad sencillez, por su compás, 2/4. Es una obra amable que se encuadra en la Viena burguesa y romántica que se vuelve hacia la Naturaleza, con respeto y admiración.

La audición comienza con la presentación del violín de la alegre melodía, acompañado amablemente en homofonía por las demás cuerdas.

En la primera variación (1:09) es el piano quien lleva la batuta, e interpreta la melodía añadiendo algún trino. Las cuerdas realizan rapidísimos seisillos, ascendentes y descendentes.

En la segunda variación (1:55), las cuerdas más graves retoman el tema, y el violín continúa con sus arpegios y escalas; el piano crea una especie de eco, puntual.

En la tercera variación (2:50) el piano, más virtuoso, acompaña la melodía de violoncelo y contrabajo.

La cuarta variación (3:35), totalmente contrastante en dinámica (forte) y tonalidad (modo menor) ofrece un cambio muy agradable. Los instrumentos rasgan las cuerdas, y el piano ataca los acordes. Es la más romántica de todas las variaciones.

La quinta variación (4:26) presenta un carácter mucho más tranquilo. La melodía es menos reconocible que en las anteriores, interpretada por el cello, y la armonía cambia en ciertos momentos. El piano acompaña a contratiempo.

La sexta y última variación (6:17) retoma el carácter juguetón de la obra. Esta vez, el violín y violoncello se responden en un alegre diálogo. El piano salta entre arpegios, hasta el apacible acorde final de todos los instrumentos.

Una obra agradable y luminosa, para pasar la semana...








Estudio de nubes, John Constable (1.822)

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