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22 de abril de 2010

G. PUCCINI, Nessun Dorma (Turandot) - P. Domingo



Bueno. La obra de hoy es imprescindible. Giacomo Puccini (Lucca, Italia, 1.858-1.924) es considerado uno de los compositores más grandes de ópera. Comenzó como organista en Lucca, pero asistió a una representación de Aída, de Verdi, y decidió dedicarse a este género. En su creación, Puccini combinó las técnicas italiana, gracias a su tratamiento de la melodía; francesa, cuidando el color armónico de los ambientes, y alemana, utilizando el leitmotiv o hilo conductor wagneriano. Escribió doce óperas, siendo las más conocidas Manon Lescaut, La Bohème, Tosca, Madame Butterfly y Turandot, inconclusa. Se puede decir, vista la teatralidad, profundidad psicológica y dominio de los tiempos, que Puccini fue un novelista musical. También compuso La Misa de la Gloria y música sinfónica.
Turandot (1.924) narra una historia ambientada “en el tiempo de las fábulas”. Turandot es una altiva y sanguinaria princesa china a la que su padre quiere dar en matrimonio. Ella acepta con la condición de someter a sus pretendientes a tres enigmas, cuyo fallo conlleva la decapitación. “El príncipe” logra responder correctamente, con lo cual Turandot, encolerizada, le desafía: si ella consiguiera adivinar su nombre antes del amanecer, él morirá; en caso contrario, aceptará desposarse con él. Esa noche terrible Turandot tortura y mata en todo Pekín. Con el alba, ella se rinde y se enamora del príncipe ignoto.

Puccini se “atascó” durante un año con el final, insólitamente feliz (¿quién entiende que Turandot sea feliz?). Fueron Franco Alfano y Toscanini quienes terminaron las dos últimas escenas de la ópera.

Nessun dorma (Que nadie duerma) es un aria del acto final. En ella, Calaf, el príncipe ignoto, guarda vigilia durante la sangrienta noche en la que Turandot intenta averiguar su nombre. Este aria, una pieza lírica de lucimiento vocal, está escrita para tenor. Fue un español, Miguel Fleta, quien la estrenó en La Scala, en 1.926. Representa el momento de máxima tensión de la ópera, combinando lirismo y heroicidad. El príncipe repite la proclama de Turandot, por la que nadie debe dormir hasta que se resuelva el enigma.

Plácido Domingo protagoniza esta representación, encarnando a Calaf. El aria comienza en Sol Mayor, con el coro susurrando Nessun Dorma. Tras las cuerdas, comienza la parte vocal, con su característico salto de octava descendente y ascendente. La melodía se desliza por grados conjuntos, con algún salto que aporta brillantez. En 1:03, tras una progresión ascendente de la cuerda frotada, cambia la tonalidad a Re Mayor. El La mantenido de 1:20 sostiene el valor de Calaf, que se transforma en suspiro. En Re Mayor el coro le arropa, resignados todos a morir por él, mientras Calaf suplica a gritos para que termine la eterna noche. La progresión ascendente de Al alba vincero, alcanzando un Si, es una de las más emotivas de la historia de la ópera. La orquesta repite la melodía, finaliza la pieza entre una cerradísima ovación.

Bonito, pero bonito, bonito, bonito.














Rosa y plata: la princesa del país de porcelana, James McNeill Whistle (1.864)

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho que hayas elegido a Plácido domingo como íntérprete de este Nessun Dorma. De este aria no tengo nada que decir, lo dice la emoción que produce. Pavarotti es más impactante, pero Domingo tiene un matiz más humano. Como siempre, sigue así.

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  2. Yo soy de la misma opinión... Muchísimas gracias por tu comentario, un saludo!

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¡Muchas gracias por comentar! ¡Hasta la próxima!

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